VOLUNTARIADO Y TERCERA EDAD
Nos encontramos en una sociedad que está sufriendo un progresivo envejecimiento. La población española de más de 60 años ascenderá en 2010 a más de 8.350.000 personas. Esto supone más de un 20% de la población, que en esa fecha estará alrededor de los 41.200.000 habitantes. El incremento con respecto al año 1986 será de un 27%, según publicaba el Instituto de Mayores y Servicios Sociales en un informe de 2005. Estas cifras son muy similares a otros países de la Unión Europea.
Junto a estos importantes cambios cuantitativos que nos llevarán a contar con un numeroso colectivo de población mayor, se han producido unos cambios cualitativos importantes. En una sociedad con abrumadores avances tecnológicos, las personas mayores han perdido su papel, la sociedad actual no recoge para las personas mayores un papel especifico, prima el modelo juvenil y todo lo que venga de la tercera edad es rechazado.
La soledad, el abandono o la discapacidad en este amplio sector de la población son problemas cada vez más acusados y que en ocasiones necesitan un aporte extra de atención. El Gobierno propone cada año multitud de programas dirigidos a la tercera edad, los programas sociales dedicados a ellos son más y mejores, los centros públicos acogen cada vez a más ancianos y poco a poco se construyen más para dar cabida a todos, pero hay casos difíciles que han alertado a ciertos sectores y cuya misión es ayudar de forma desinteresada. Un ejemplo claro son las organizaciones no gubernamentales, muchas de ellas contienen entre sus diferentes programas, algunos dedicados a las personas mayores con dificultades y que por sus circunstancias no se valen por sí mismas.
La labor de cientos de ONG´s es constante y en ascenso, aunque su punto débil, pero a la vez más gratificante, es el hecho de que sus integrantes son voluntarios. El voluntariado para algunos se ha convertido en un complemento inseparable de sus vidas y las organizaciones se esfuerzan cada día más por conseguir personas concienciadas de la labor importante que realizan siendo voluntarios.
Lucía y Ernesto llevan desde el año pasado compartiendo piso. Él es estudiante de medicina en la Universidad de Zaragoza, “mi ilusión desde que me vine de Ecuador es ser médico,y aquí, gracias a Lucía, lo estoy consiguiendo”. Los inmigrantes son grandes usuarios de este programa de vivienda compartida, tienen la posibilidad de lograr una casa de forma gratuita a cambio, simplemente, de dar parte de su tiempo a personas mayores que necesitan compañía y seguridad en sus hogares.
En Aragón, la asociación Conocimiento y experiencia (CONEX), está compuesta por un grupo de voluntarios mayores de cincuenta años dispuestos a ser útiles compartiendo sus experiencias, conocimientos y disfrutar del tiempo libre ayudando a otros. Algunos ancianos ocupan parte de su tiempo visitando a otras personas mayores con menos recursos para evitar el aislamiento y así se procura una compañía mutua y la consecución de la ocupación del tiempo libre.
ENTREVISTA a Pedro Elías García
“Un voluntario tiene que ser alegre, cariñoso, y tener mucha paciencia”
Pedro Elías García es coordinador de programas de voluntariado dedicado especialmente a personas mayores. Colabora con
Ayuda en Acción y asiste a ancianos en diferentes centros de día de la capital aragonesa, su labor profesional va muy ligada a su acción como voluntario que lleva ejerciendo desde los 17 años. Además, imparte cursos de formación a nuevos voluntarios implicados con la tercera edad a través del Instituto Aragonés de la Juventud.
¿Quiénes son los receptores de los programas de voluntariado que dirige? Son personas mayores que viven solas y con graves carencias afectivas. Esta situación de desolación se suele ver agravada por problemas de salud (incontinencia, demencia senil, movilidad reducida), o económicos que pueden derivar en problemas de salud (carencias alimenticias, falta de higiene personal).
¿Cómo ayudarlos, qué les dice a los nuevos voluntarios que se adentran en este mundo?
La forma de ayudar a los ancianos varía en función de su estado de salud, su situación personal y el lugar donde se les preste la ayuda. Cuando es en residencias y Centros de Día, los voluntarios realizan labores de acompañamiento y colaboran en las tareas de atención del comedor, limpieza y organización de actividades de ocio.
El propósito de los programas es proporcionar al anciano la ternura y el cariño que no reciben de sus familiares, en ocasiones porque no los tienen y en ocasiones porque se siente olvidados y abandonados por ellos. Cuando la ayuda se presta en el domicilio del anciano, la labor del voluntario se centra en visitarlo periódicamente, acompañarlo en sus paseos y sobre todo, escucharle para saber cómo se le puede ayudar; además, en algunos casos, el voluntario podrá prestarse a hacer los pequeños servicios y gestiones que, por diversas circunstancias, ya no pueden realizar fácilmente De todas formas, la labor del voluntario siempre está dirigida por los profesionales. El voluntario puede resolver algunas de las necesidades básicas de los ancianos, como charlar un rato, acompañarle a dar un paseo o a hacer la compra, prepararle un café, etc. El voluntariado a estos niveles se entiende como un complemento a los Servicios de Ayuda a Domicilio promovidos por las instituciones, a veces insuficientes en tiempo y dedicación.
¿Existen programas específicos además de los que cubren necesidades básicas?
Dentro de la atención a las personas mayores existen programas que tienen como finalidad evitar la soledad y el aislamiento de muchos ancianos que no quieren abandonar su hogar. Es el caso de los programas de Viviendas alternativas, consistentes en buscar la integración del mayor en su entorno, proporcionando apoyos que eviten el internamiento. Una de estas iniciativas son las viviendas compartidas, con jóvenes universitarios, intercambiando experiencia y vitalidad. Otra opción son las Viviendas Tuteladas, una especie de mini-residencias que potencian la autonomía del mayor con la ayuda de profesionales y voluntarios.
¿Cuál es perfil del voluntario?
Pues personas alegres, cariñosas, con mucha paciencia, esto es básico en este tipo de voluntariado, también comprensión y tolerancia.
¿Qué formación se necesita?
Para las labores de acompañamiento de los ancianos no se requiere ninguna formación específica. En organismos como el Instituto de la juventud ofrecemos cursos donde se proporcionan conocimientos preferentemente prácticos sobre gerontología, geriatría y recursos socio-sanitarios que siempre son de utilidad, y para responsables y profesionales que trabajan en este campo existen cursos especializados en Gerontología, en enfermedades como Alzheimer, Parkinson, etc...